La inteligencia artificial ha revolucionado múltiples sectores al combinar el análisis masivo de datos con el aprendizaje automático, permitiendo predecir comportamientos y optimizar procesos en todo tipo de industrias. Sin embargo, estamos entrando en una nueva fase: la de la Inteligencia Artificial Emocional (IAE), una tecnología que busca dotar a las máquinas de capacidades para reconocer, interpretar y responder a emociones humanas, mejorando así la interacción entre personas y sistemas inteligentes.

Pero, ¿qué ocurre cuando intentamos aplicar esta tecnología al mundo de los videojuegos? El reto es considerable. El lenguaje que utilizan los usuarios de videojuegos en entornos digitales es altamente contextual, propenso al cambio constante y a la creación de nuevos términos, al uso de extranjerismos, acronimias, a la inclusión de elementos iconográficos y visuales, y de jergas propias y referencias solo interpretables dentro de la propia comunidad. Estas particularidades dificultan que los modelos de análisis de sentimientos existentes —válidos en otros sectores— puedan aplicarse directamente en este contexto. A esto se suma la falta de investigaciones específicas, especialmente en el entorno hispanohablante y, más concretamente, en el contexto español.

No obstante, el potencial de este enfoque es indiscutible. Los videojuegos no solo mueven cifras millonarias a nivel global, sino que también generan un impacto social y cultural cada vez más profundo. Indicativo de este crecimiento es que en 2025 se prevé que el mercado global de videojuegos alcance los 220 mil millones de dólares, lo que representa un aumento significativo con respecto a los 180 mil millones de dólares obtenidos en 2023. Por otra parte, plataformas digitales dedicadas a crear, compartir y comentar contenido relacionado con los videojuegos, como Twitch, acumularon a nivel nacional más de 13 millones de horas de contenido consumido por sus seguidores.

En este escenario en constante crecimiento, nace nuestra aplicación web: una herramienta pionera que no solo integra modelos de inteligencia artificial emocional adaptados al lenguaje gamer, sino que también permite visualizar los resultados de forma clara, interactiva y accesible para perfiles diversos como desarrolladores, investigadores, creadores de contenido y marcas. Esta plataforma no solo representa un avance tecnológico, sino que sienta las bases de un nuevo estándar profesional para medir y comprender el impacto emocional en el universo gamer.

Porque entender lo que sentimos al jugar, ver o crear videojuegos no es solo interesante: es el próximo gran paso en la evolución del gaming.